Smily Spaces

Es una tendencia que ha llegado para quedarse y a partir de la cual se crean nuevos formatos que van más allá del negocio inmobiliario. La posibilidad de crecer y fortalecerse en espacios compartidos, los precios que se manejan y las ventajas de enfocarse en nichos de desarrollo específicos.

 

La ventaja más conocida de los espacios de trabajo compartido o coworking era, en sus inicios, la posibilidad de alquilar un lugar para trabajar a precios mucho más económicos que la propia oficina. Sin embargo, actualmente estos espacios han comenzado a mutar cada vez más hacia sitios en los que se busca la cooperación y el networking para empoderar a los miembros que los integran.

En esta línea, existen diversas modalidades y tipos de organización dentro de los lugares de trabajo compartidos. Por un lado, hay quienes priorizan despachos separados con mesas o sillas que se alquilan por persona y, por otro, quienes se centran en la posibilidad de abrir o trabajar frente a un desconocido y tienen pocas habitaciones individuales o reservadas.

Aunque en la mayoría de espacios de coworking actuales conviven ambas modalidades con mayor o menor preponderancia de una u otra, esta disposición ambiental afecta a las relaciones que se establecen. Así, con cocina y puntos de encuentro compartidos, hay lugares “de puertas abiertas” y otros que prefieren una mayor privacidad, lo que también condiciona el tipo de alquiler.

La posibilidad de sinergia

Las oficinas suelen acordarse por meses, mientras que las mesas compartidas permiten una mayor flexibilidad. La especialización del coworking ha llegado a tal punto que muchos tienen un perfil prefabricado del tipo de profesional, emprendedor o empresa que pueden recibir. Algunos buscan perfiles más especializados mientras que otros son más abiertos.

 

Actualmente, la mayoría de las tarifas de coworking están dolarizadas al valor oficial. Aunque luego todo se convierte a euros, los contratos se pactan en dólares y se especifica el tipo de cambio utilizado. La dispersión de precios es tal que puedes encontrar costos desde €500 a €2.000 mensuales por un lugar en la mesa de lunes a viernes o sábado hasta €3.500 para tu propia oficina también para uso diario. Algunos incluyen facturas de servicios públicos.

“Es una tendencia muy fuerte en el mundo en la que hay diversas propuestas. Nuestra experiencia es que se producen muchas intersecciones que enriquecen el trabajo y al mismo tiempo construyen una especie de apoyo emocional”, destacó Alexis Atem, responsable de Cumbrar, un espacio de innovación que apunta a conectar a las pymes con los profesionales.

En similar sentido, Roberto Burgos, gerente de Lodo, un coworking enfocado en el sector agrícola, dijo que hoy los más jóvenes apuntan a generar networking y compartir para no solo crear ecosistema sino sinergia. Para Rodrigo Sosa, propietario de Cívico, el coworking llegó para quedarse porque su versatilidad se ha demostrado no sólo en la Región sino en otras donde la tendencia comenzó mucho antes.

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